¿Qué competencias se esperan de un maestro a la hora de trabajar?
por Álvaro Marchesi
“Crear una utopía distinta, la utopía contraria, una nueva utopía de la vida,
donde sea cierto el amor y la felicidad, como una segunda oportunidad
sobre la tierra y esa es la fuerza de la educación”.
Gabriel García Márquez
Voy a señalar las que considero más importantes:
Primero: Ser capaz de enseñar a los alumnos, despertar el deseo de aprender en los alumnos. Ser capaz de incrementar el conocimiento en los alumnos en y para el siglo XXI, porque no es lo mismo formar hoy que en el siglo XIX. Y eso nos exige incorporar los elementos pedagógicos, didácticos, informáticos, de lectura, aquello que conduce que el maestro sea capaz de gestionar un aula para que todos los alumnos alcancen las competencias que se esperan que termine en los niveles de primaria y secundaria. Entonces la primera competencia que se espera de los docentes: es ser capaz de gestionar un aula en la cual aprendan lo que se espera que aprendan.
Segundo: Ser capaz de organizar el aula para que todos sus alumnos aprendan. Es lo que se ha llamado, denominado y entendido como una respuesta a la diversidad de los alumnos en el aula. Es un reto difícil enseñar a algunos alumnos, pero es más difícil enseñar a muchos alumnos en un aula. Y por supuesto enseñar a todos es muy complicado.
Esa tarea es una competencia que hay que tener como maestro. Esa es la responsabilidad y la profesión de los docentes. Es decir, cómo trabajar para conseguir que todos los alumnos aprendan y para ello hay que ser sensible a las diferencias de los alumnos. Y para ello hay que estar preparado, tener la capacidad de esa sensibilidad que se traduce después en respuesta educativa.
Esta es una exigencia de nuestra profesión. Supone, el método, atención en grupos diferenciados, ver cómo se sigue a uno y otro, estar atento a ayudar. Es desarrollar las competencias que hagan posible que el aula esté gestionada de tal manera que todos los alumnos vayan progresando en función del contexto en el que nos movemos y de sus posibilidades. Esta es la segunda competencia en que debemos prepararnos, porque tenemos la responsabilidad de nuestra propia profesión, es decir, enseñar.
La tercera competencia: se relaciona con favorecer el desarrollo social y emocional de los alumnos y en consecuencia generar entornos de convivencia equilibrados y tranquilos.
La tarea del profesor no es solo dar conocimientos para todo, también es ser sensible al desarrollo social, emotivo, afectivo, a crear culturas, aulas, instituciones, en las que se conviva mejor. Esto supone participación, diálogo, representación de los alumnos.
Y es tarea de la escuela y los maestros ver cómo enlazar a los alumnos al proyecto educativo, cómo les interesamos.
Gran parte de los alumnos se aburren en las escuelas y viven la escuela como un suplicio. Hay que tener compasión, cómo hacer para que el alumno se sienta reconocido en la escuela.
Mi experiencia es que los alumnos “más bronquistas”, suelen ser los alumnos menos reconocidos que responden agresivamente contra la escuela. Pero cuando el alumno asume una responsabilidad escolar se siente más vinculado, más comprometido y más integrado.
Quiere decir que la educación para la convivencia, para la el desarrollo afectivo de nuestros alumnos también es una competencia a la cual tenemos que estar preparados. Hay que tener los mecanismos y las estrategias.
Cuarta competencia. Yo diría que es trabajar en común y en equipo. La colaboración es vital. ¿Qué diferencia hay entre colaborar y trabajar en equipo? Porque lo opuesto es el individualismo, cada uno hace lo que puede. En Colombia a diferencia de España, es que hay una tendencia más participativa. Eso es lo que se espera del educador.
Dentro del trabajo participativo hay dos niveles: la colaboración, que es conversar con el otro, es compartir ideas, es charlar, es cooperación mutua, cuando se va abriendo y viendo puntos en común. Y el proyecto en equipo, que es desarrollar entre varios un proyecto, una estrategia, supone ponerse de acuerdo, supone ideas y supone tiempo. Se es y se debe ser solidario.
La función de los maestros ya no es solo trabajar y enseñar en un aula con los niños, supone mucho más y es trabajar en equipo.
Esto nos lleva entonces a la quinta competencia, y es trabajar con las familias. Tal como lo señalaba el profesor García Huidrobo en su intervención, la escuela debe estar llena de familias.
La familia es fundamental en el progreso educativo del país. Pero ¿cómo trabajamos con las familias? Yo no sé en Colombia, eso es muy difícil, pero en España ningún plan de estudios de la facultad de educación, incorpora a la familia. Y trabajar con la familia, exige preparación. Exige entenderla, cooperar con ellas, saber entender los problemas y las dificultades de las propias familias.
La profesión de los docentes es una profesión estructurada también en torno a competencias determinadas y en torno a maneras de operar para cumplir los objetivos que tiene la educación misma.
En la profesión del docente hay que incorporar dos dimensiones más, el carácter del control, es algo más que las competencias estrictamente profesionales, que son el ámbito emocional y el ámbito moral.
En el ámbito emocional, porque es una profesión emocional. Es una profesión cargada de emociones, en especial con los alumnos. La relación emocional con los alumnos es una relación compleja, como lo es también con el Estado, con el compañero y también la relación con los Ministerios y sus reformas, por ejemplo. Y frente a esta situación debemos de cuidar el equilibrio emocional nuestro y el equilibrio de los demás maestros, porque de lo contrario podemos sentirnos desbordados, hartos e irascibles en nuestra carrera y en l forma de relacionarnos con nuestros alumnos. Y ¿cómo cuidar ese equilibrio, cómo lograrlo? Pensaría en principio:
1. Manteniendo la ilusión. Y yo diría que son aquellos profesores que han desarrollado algún proyecto, algo innovador, algo que les ha permitido actualizar lo que hacen.
2. Aquellos que se han preocupado por aprender más, actualizarse más. Han mantenido una cierta actualización y de forma permanente.
3. Aquellos que han mantenido amigos y que también son compañeros. Han sido capaces de crear un entorno de apoyo mutuo.
4. Aquellos profesores que han mantenido el afecto a sus alumnos. Han mantenido aprecio por sus alumnos, preocupación y orgullo de sus alumnos.
5. Aquellos profesores que de vez en cuando reflexionan sobre el sentido de la educación. Que se preguntan: ¿Por qué y para qué hay qué educar?;¿ Por qué estamos en esto? Y para qué estamos en esto de educar?.
En cuanto al compromiso moral: porque en el fondo el sentido para mí de la educación, es más que una profesión. Supone una acción ética y moral con las nuevas generaciones y con el desarrollo de un país.
El docente debe incorporar a su acción, el sentido de que la relación constructiva con un alumno para generar conocimientos, afectos y valores con él en una institución escolar, es algo que supone el desarrollo y el despliegue de determinadas virtudes morales y éticas.
Hay tres virtudes realmente importantes para la profesión docente:
a) La Justicia, en nuestra acción y la acción con nuestros alumnos, con nuestros compañeros, con nuestras familias. No querer a unos alumnos más que a otros. La justicia en la evaluación. Ser justo a la hora de evaluar. La justicia a la hora de relacionarnos con unos y con otros. La justicia a la hora de incorporar a los alumnos que tienen problemas, que van mal y tratarlos por igual. No olvidemos que el alumno percibe al minuto con cuáles nos entendemos y con cuáles no, en la forma de mirar, de tratarlo, la forma de aproximarse, de preguntar.
b) La compasión, es el elemento de la virtud que equilibra la justicia. La justicia no es tratar a todos por igual. Es tratar a todos por igual en función de lo que es cada uno. “Máxima igualdad, máxima injusticia”. Y ese elemento de sensibilidad que nos demanda de unos y otros, nos lo aporta un elemento emocional en gran medida que debe ser controlado por la razón que es la compasión. No es dejar a hacer. Es ser compasivo frente al que le agreden y estar próximo a él. Compasivo frente a aquel que tiene un problema familiar a la hora de evaluar. No es ser compasivo al que es un canalla o el que maltrata, porque a ese debe haber una regulación pero con firmeza. Compasión significa esa vía emocional que conecta con los intereses y los problemas de los alumnos y que no debe ser traducida al plano racional.
c) Por último, La responsabilidad, somos responsables de nosotros como profesionales y de nuestros alumnos. Somos responsables a pesar de que nuestros compañeros no lo sean. Somos responsables en la tarea de cuidar a nuestros alumnos porque son ellos quienes van a reconocer a aquella persona que les ayudó, les acompañó, les asesoró, les resolvió, les exigió y también les castigó en beneficio de su desarrollo.
Por eso la profesión educativa, la profesión de los maestros, es una profesión en muchos casos, mal tratada y escasamente valorada. Pero es una profesión que constituye el eje vertebrador de la sociedad del futuro y por ello debemos ser y estar orgullosos de nuestra profesión. Porque a pesar de las dificultades, es enormemente digna y tiene una relación enorme con las posibilidades de cambio de la sociedad y con las posibilidades de conseguir una sociedad más justa y equilibrada. Qué mejor momento que este, el momento que y en el país en que nos encontramos.
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