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Biblioteca y Aula

Bibliotecas Populares Argentinas

Los Jóvenes en las bibliotecas populares Argentina: una nueva Guía del Servicio de Asistencia Técnica.

La CONABIP ofrece una nueva guía con propuestas y sugerencias para incoporar e incrementar la participación de los más jóvenes en las actividades y servicios de las bibliotecas populares.

El Servicio de Asistencia Técnica (SAT) es un espacio que brinda a todas las bibliotecas asesoramiento sobre distintos temas y ofrece recursos para fortalecer la capacidad de gestión en diferentes áreas como el desarrollo de proyectos, la administración y la mejora de los servicios bibliotecológicos. Las guías constituyen documentos de consulta permanente, a disposición de todas las bibliotecas, para desarrollar proyectos o mejorar cuestiones vinculadas a la gestión y prestación de servicios.

La nueva Guía de Jóvenes en las bibliotecas populares, tiene como objetivo incremetar la participación juvenil en las bibliotecas y reforzar el trabajo conjunto de diferentes generaciones.

Este documento presenta algunas propuestas para coordinar diferentes actividades, como la creación de rincones juveniles, el dictado de talleres o la realización de concursos y distintas acciones con TICs.
El acercamiento de los jóvenes a la lectura es un desafío sobre el que trabajan las bibliotecas populares, a través de la creación de distintos espacios y propuestas. Tal es el caso de la Biblioteca Popular Bartolomé Mitre, de la provincia de Santa Fé, que realiza cada año el concurso de producción de cuentos “Juvenilias Literarias”, destinado a alumnos del tercer ciclo de EGB de las escuelas de esa ciudad. Durtante ocho años consecutivos, la biblioteca propone un tema sobre el que los chicos desarrollan sus cuentos, que luego son evaluados por jurado de importantes personalidades del mundo de las letras de esta provincia. Para conocer más detalles de esta experiencia, clic aquí.
La Biblioteca Popular Cava Joven, ubicada en Beccar, provincia de Buenos Aires, convocó a la juventud a partir de una propuesta artística con la idea de pintar, de manera colectiva, un mural en la paredes exteriores de la biblioteca. Una atractiva experiencia para plasmar ideas, sensaciones y pensar a la biblioteca como un espacio de reflexión, como ellos mismo expresaron, “nuestro lugar en el mundo”. Para conocer el mural, clik aquí 

PARA DESCARGAR LA GUÍA DE ACTIVIDADES PARA JÓVENES Y ADOLESCENTES EN BIBLIOTECAS POPULARES HAGA CLICK AQUI

Comunicado de Prensa para bibliotecas Populares de Córdoba ( Argentina)

De: FEBIPO Cordoba

Comunicado de Prensa :

Bibliotecas Populares de la Pcia de Córdoba

Tal como se resolviera en el Encuentro Prov. de Bibliotecas Populares de Río Ceballos, la Federación de Bibliotecas Populares de Córdoba convoca a una concentración de Bibliotecas Populares y sus usuarios frente a la Secretaria de Cultura en reclamo del pago del Subsidio 2011, se realizará, además, una "suelta de libros" con los transeúntes. Miércoles 7 de diciembre a las 11hs en Yrigoyen 622. 
En Mayo  de 1991 se aprueba en el Senado de la Pcia.  de Córdoba la Ley de Bibliotecas Populares 8016. Desde Federación de Bibliotecas Populares de Córdoba,   seguimos  solicitando a las autoridades de la Provincia, la inmediata inclusión en el Presupuesto Provincial de una partida para  sostenimiento  permanente de las bibliotecas populares  según lo dispone del Art. 11 inc. a) de la ley 8016/91 de la Provincia de Córdoba 

¿Hasta cuándo las Bibliotecas  Populares de Córdoba seguirán esperando un presupuesto permanente? 
¡SALVEMOS NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL!

Apoyemos a las Bibliotecas Populares. 

Federación de Bibliotecas Populares de Córdoba

27 de Abril 375

(5000) Cordoba Córdoba

Rep. Argentinatel

:0351 426 20 160351

156 134 058

Atención día Miércoles de 9.30 a 13.30 

En las bibliotecas Populares Argentina crece leyendo

Los otros días me surgió la duda de porque se suele relacionar la fecha del día de las bibliotecas populares - 23 de Septiembre - a Mariano Moreno. No sé si estaré en un error, si es así llegaran las correciones seguramente.

Sarmiento entiendo fue el  promotor de la ley 419, ley conocida como ley Sarmiento y con la cual se promueve la creación de Bibliotecas populares y se crea la CONABIP.

Por el Decreto n° 1932/90 -firmado por el Presidente de la Nación Dr. Carlos Saúl Menem el 19 de Septiembre de 1990 -  se estableció el 23 de septiembre como Día de las Bibliotecas Populares, en razón de que “es una fecha significativa para las bibliotecas populares, los dirigentes y bibliotecarios en conmemoración de que en ese día, en el año 1870, se promulgó la Ley 419 de bibliotecas populares” El decreto no menciona en ningún momento a Moreno.

Pero la casualidad quiso que la Ley Sarmiento fuera sancionada un 23 de Septiembre coincidente con la fecha del natalicio  de Mariano Moreno, que a su vez fue fundador de la Primer Biblioteca Publica, hoy actual Biblioteca Nacional Argentina. De ahí que con el tiempo se ha generado este error que he visto publicado en mas de una Web y mencionado en las efemérides de algunos colegios en estos días.

Aclarado esto, el asunto derivó en otra cuestión que de alguna manera me impulso a escribir esto con la intención de "reivindicar" [argumentar en favor de las populares y no de personas o de ideas o de políticos.]  Reivindicar solo por que se me da la gana, que es la mejor razón sobrenatural que hay para hacer algo decía un santo. Suele sucederme cundo comienzo a navegar por la Web y descubro algunas cosas.

Quienes han trabajado o trabajan en bibliotecas populares, saben que "las populares" son bibliotecas que surgen y se sostienen por  el esfuerzo del “pueblo”, que las populares nacen como espacio de expresión para la cultura en un contexto, en un barrio, localidad y que es esa localidad, ese barrio, ese contexto, quien sostiene tanto en lo financiero como en lo cultural a la biblioteca popular; a diferencia de la biblioteca pública que son generadas y sostenidas por el estado.

La biblioteca Popular como la pública son de acceso libre para el ciudadano, ambas históricamente han brindado libre acceso al libro, a la cultura, a la capacitación  y a la información,  pero a la hora de hablar de “economía” las populares suspiran milagros día a día, principalmente aquellas que son las mas necesarias pues están insertas en comunidades menos favorecidas económicamente y suelen ser el primer o único contacto con la cultura del libro y la información.

La nueva ley 23.351 de las bibliotecas populares que modificó la ley Sarmiento (ley 419) Promulgada el 28 de Agosto de 1986 durante la presidencia del Doctor Raúl Alfonsín y reglamentada y puesta en vigencia  en 1989 durante la Presidencia del Dr Carlos Menem mejoró en algunos aspectos las economías y los servicios de las Bibliotecas Populares que han logrado sortear los requerimientos para conseguir ser reconocidas.

Desde el regreso al sistema democrático en Argentina estamos acostumbrados, día a día al mal funcionamiento de los organismos estatales, denuncias de estafas, corrupción, bla bla bla. Pero en mi opinión, si hay un organismo estatal, que día a día ha permitido la democratización del libro, la cultura y la información durante estos 28 años, ese organismo se llama CONABIP.

Casi todos los presidentes elegidos por el voto popular por lo menos desde 1983, mas allá de sus ideologías, han fortalecido  este organismo, cuyas gestiones, algunas mejores que otras por supuesto, han sido en beneficio del crecimiento de las bibliotecas Populares. [Claro que esto de alguna manera es un subterfugio de ha utilizado todos los gobiernos para no generar una red de bibliotecas publicas nacionales, pero eso es asunto de otro costal en el que hoy no me quiero meter].

Por eso la cuestión que quiero reivindicar es el de las gestiones de este organismo, dado que he visto que  el sitio actual de CONABIP no tiene memoria histórica de ellas. Especialmente quiero mencionar la que realizaron el Profesor Ríos y Ana Dobra  , [y es aquí donde quiero argumentar en favor de las populares y no solamente de personas  o de ideas o de políticos] ya que esa gestión  en particular  fue un punto de partida,  entre muchas gestiones que siguieron, que permitió la revivificación de muchas bibliotecas populares,  la fundación de tantas otras, como fue la del caso de la de mi pueblo Villa Giardino, de la que tuve el gusto y el honor de ser parte de su puesta en marcha y también el comienzo de la inclusión digital de muchos ciudadanos.

Fue durante esa gestión que las bibliotecas populares recibieron las primeras herramientas para informatizar los catálogos con modernas PC y el sistema de gestión SIGEBI, fue esa gestión la que permitió que una gran cantidad de ciudadanos comenzara sus primeros pasos con las TICs gracias a la donación de PC que en su momento eran realmente de avanzada. Fue en ese período que muchas bibliotecas populares de pequeñas localidades y de muchos barrios se convirtieron en el primer espacio público de su comunidad con acceso a Internet gratuito, mucho antes que se generaran los centros tecnológicos comunitarios , comenzado el camino hacia la inclusión digital cuando poco se hablaba en estos términos. También las populares se beneficiaron con la instalación de líneas telefónicas gratuitas, con la distribución de subsidios para edificación, capacitación, compra de libros, se crearon los bibliomóviles y blibliolanchas y se establecieron becas de formación con las que tantos logramos acceder a una titulación académica que permitió una mejor organización de las populares y etc. etc. etc.

El gobierno actual ha sido un gobierno que ha mantenido y aun mejorado la protección de las bibliotecas populares, ha democratizado aún mas el acceso al libro, a la información y a la cultura del ciudadano, ha creado y mejorado programas de promoción del libro y la lectura, actualizado los sistemas de gestión, generado opac en línea, continua trabajando con la inclusión digital de la ciudadanía, capacitado agentes bibliotecarios, organizado reuniones,  distribuye subsidio para compra de libros que permite a las bibliotecas generar su propio acervo bibliográfico, etc. etc. etc.

En un período de  gobierno donde se ha reivindicado tanto a la memoria, es bueno que esa memoria cada día sea más imparcial y más democrática.

Dijo  el poeta Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.  

 

Ana A Chiesa

En las bibliotecas Populares Argentina crece leyendo

Constatina Lamas : la bibliotecaria de Yaví - Jujuy

La Biblioteca de la Casa del Marquéz

No es complicado llegar hasta lo que fue la lujosa vivienda del aristócrata devenido paisano. La casa, de estilo colonial, se abre en un gran patio interior a cuyos aires y soles dan a todas las habitaciones. La primera puerta tiene un cartel: "El juez de paz atiende los lunes, de 8 a 13, y los jueves, de 8 a 13". De frente, está la Biblioteca Popular, subvencionada por los gobiernos de la Nación y de la provincia. Una mujer se asoma tal vez extrañada de escuchar pasos y voces con acento de visitante.

Constantina Lamas sonríe como buena anfitriona y como buena bibliotecaria invita a pasar y a ver su refugio de 6000 libros. "Yo no soy bibliotecaria, pero atiendo la biblioteca", aclara puntillosa. Hace diez años que solícita les presta material de estudio a los chicos de la primaria de Yavi que van, por la tarde, a hacer sus tareas.

Hace años, el primer día de trabajo de Constantina ya la encontró en la Casa del Marqués. Cuenta que antes, desde su fundación en 1911 hasta la década del 70, la repartición funcionaba en otra parte: "De la plaza, arriba. Ahora está el teléfono público ahí". Por eso no sabe con precisión cómo fueron a parar allí esos dos libros. ( Nota Completa Diario La Nación )

Las Bibliotecas Populares en la 35ra Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

Las Bibliotecas Populares en la 35ra  Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

Los Bibliotecarios, con las manos llenas

 
Fuente: Susana Reinoso  -La Nación- 09.05.09.

Ayer fue la primera de las tres jornadas en las que representantes de 1200 bibliotecas llegaron a la Feria para adquirir sus libros
Casi 2500 bibliotecarios llegados de todo el país se convirtieron ayer en la mejor postal de la 35° Feria del Libro de Buenos Aires, que concluirá pasado mañana. En su mayoría mujeres, los representantes de más de 1200 bibliotecas populares, muchas de ellas ubicadas en pueblitos remotos de la geografía nacional, contagiaron su entusiasmo a los expositores. Hubo, por así decirlo, una verdadera voracidad por los libros.
Por primera vez, desde que la Feria abrió el 23 de abril último, sobraron los rostros sonrientes. Fue como asistir a la humanización de la ley de oferta y la demanda. Sonreían los vendedores de stands, ante las largas filas de bibliotecarios también sonrientes, que no se separaban de sus carritos repletos de libros.
Cada biblioteca recibió un subsidio de $ 2000 para la compra de libros al 50% de su valor, merced a un acuerdo entre los expositores y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), que preside María del Carmen Bianchi. Claro que hubo excepciones. Por ejemplo, el grupo español Anaya -que importa libros de excelente factura y elevado precio- no abrió su stand para vender a los bibliotecarios. La inversión ?sustantivo más que adecuado- del organismo fue del orden de los cuatro millones de pesos.
El programa de la Conabip ha crecido en los últimos cuatro años de existencia. El año pasado, cada biblioteca popular recibió $ 1200 de subsidio para libros y se invitó a la mitad de bibliotecarios que llegó en esta edición.
A las compras para las cuales la Feria habilitó el horario especial de las 10 a las 14 desde ayer y hasta mañana, se agregó el 2° Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares que tuvo un orador de lujo en su apertura: el reconocido escritor Ricardo Piglia. El programa tuvo también la presencia de Claudia Piñeiro, Canela, Luis Gruss, Tristán Bauer, Ivonne Bordelois, Angela Pradelli, Felipe Pigna y Gabriel Mariotto, entre otros.
A medida que se nombraba a las provincias representadas estallaba un aplauso cerrado. La que más gente aportó fue el distrito bonaerense con 330 representantes, seguido por Santa Fe, con 151 bibliotecarios y Córdoba, de donde llegaron 92.
La foto preferida
La postal de ayer conmovió a directivos de ambas cámaras editoriales ?la CAL y la CAP- y a muchos expositores. Porque, al margen de la preocupación por vender libros que para eso es la Feria del Libro, fue contagioso el entusiasmo y la efervescencia de los bulliciosos bibliotecarios. Llegaron tempranísimo, contentos y apenas pisaron la Feria comenzó el intercambio entre unos y otros.
Dado que la Conabip también les pagó el pasaje y el alojamiento, muchos decidieron agruparse en casas de familia o en pensiones, para destinar el ahorro a la compra más libros. Así lo contaron a LA NACION.
A las 9 de la mañana, una multitud se agolpó en la entrada del playón de avenida Sarmiento. Las mujeres, aferradas a sus bolsos donde guardaban el dinero y la lista de títulos para comprar. Los hombres, sin perder de vista los bolsillos.
Algunos de los consultados por LA NACION contaron que habían ahorrado dinero todo el año pasado para incrementar el monto de las compras. Entre $ 700 y $ 1000 que se agregaron a los $ 2000. "Nosotras trajimos $ 3000 y venimos de Comodoro Py, partido de Bragado. En nuestro pueblo, de 700 habitantes, leen una barbaridad", dijo Andrea Penella, de la Biblioteca Florencio López.
La Conabip les proveyó un carrito y una caja para sus compras. Y, mediante un acuerdo con el Correo Argentino, les consiguió un descuento para envíos al interior. Pero muchas bibliotecarias se negaron a separarse de sus compras.
¿Va a despachar los libros?, le preguntó LA NACION a Irma Macasso, de Pasco, un pueblo cordobés de 1200 habitantes. "Mejor me los llevo en el colectivo", dijo mientras consultaba su extensa lista.
Varios bibliotecarios consultados señalaron que, en promedio, por las bibliotecas populares circula mucho público infantil y adolescente. "Nosotros tenemos que darles apoyo con literatura recreativa, que es lo que más compramos. Pero también la comunidad necesita libros de salud, rehabilitación, oficios y manualidades", coincidieron Andrea Previtali y Rodolo Melega, del distrito bonaerense de Caseros.
El sanjuanino Sergio Guzmán llegó del pueblo de La Bebida, de 16.000 habitantes, para comprar "además de clásicos, libros de oficios y mucha literatura infantil, porque tenemos cuatro escuelas alrededor". Mientras hacía la fila para pagar, leía despreocupadamente Leviatán, de Thomas Hobbes.
Los stands de Random House Mondadori, Grupo Planeta, Aique Larousse, Siglo XXI, Ediciones B, Norma-Kapelusz, Santillana, Cúspide, y los de sellos independientes como Ediciones Del Eclipse, Del Zorzal, Katz y Entropía, entre otros, no daban abasto para atender pedidos de bibliotecarios. Varios sellos trabajaron con compras anticipadas, merced a que la Conabip envió catálogos al interior.
Emocionado el encargado del espacio de Del Eclipse fue hasta el stand de la Conabip a agradecerle la iniciativa de subsidiar a los bibliotecarios, porque eso produjo un impacto positivo en las ventas.
Enciclopedias, diccionarios, títulos de literatura infanto-juvenil, best sellers, ensayos periodísticos, títulos de lectura recreativa y libros de ciencias sociales fueron ayer los más requeridos por los bibliotecarios. "Tenemos que llevar un poco de todo", coincidieron las santafecinas Esthe Basté y Teresita Braccia, de la Biblioteca Mariano Moreno, de Hugues. "Algunos nos reprochan de que no hagamos una biblioteca sólo para mujeres por eso llevamos de todo".
Lo positivo del programa es que cada biblioteca compra libros conforme las necesidades de sus propias comunidades. Ayer, María del Carmen Bianchi, les dio otra buena noticia: se aprobó hace dos días la concesión de una conexión gratuita de banda ancha y una línea telefónica control para las bibliotecas populares de todo el país. En el acto de apertura del encuentro de bibliotecarios tronó ayer el aplauso agradecido de todos. "Ahora no, aplaudan cuando nos conecten", dijo Bianchi por si acaso. La conexión es resorte de la Secretaría de Medios.
Quizá, sólo una imagen supere la conmovedora foto de ayer: la de los habitantes de más de 1000 ciudades y pueblos remotos del país esperando la llegada de los libros.

Biblioteca Popular Leopoldo Lugones : Diez años

Biblioteca Popular Leopoldo Lugones : Diez años

Feliz Cumpleaños

El cambio cultural y el impacto movilizador hacia el uso de Internet del Programa Bibliotecas Populares.ar

por A.S. Horacio Domingo Delgado

World Library and Information Congress:

70th IFLA General Conference and Council

22-27 August 2004

Buenos Aires, Argentina

http://www.ifla.org/IV/ifla70/papers/185s-Domingo_Delgado.pdf

 

Las Bibliotecas y los bibliotecarios por Juan Domingo Perón

Las Bibliotecas y los bibliotecarios por  Juan Domingo Perón

 Organización Bibliotecaria.

Poco tendría que agregar a las admirables palabras que acabamos de escuchar, con referencia a nuestra organización en lo que a bibliotecas se refiere. Sin embargo, yo me siento tentado a hacer algunas consideraciones generales, como corresponde a mi situación y como corresponden también a la dirección que debemos imprimir a toda actividad en este orden de ideas.

En primer lugar, yo me siento inmensamente feliz de poder concurrir a está sesión de clausura del Congreso de Bibliotecas del país, porque la organización ha sido una de mis principales en el gobierno. En este como en todos lo demás aspectos yo creo que para que las actividades estén perfectamente regladas  y moduladas es menester  que los que entiendan en cada asunto se encuentren en contacto permanente y regidos por una organización, sin la cual es imposible que las mejores ideas puedan cristalizarse en la acción que realiza la comunidad.

Es indudable que la existencia de miles y miles de bibliotecarios que, como francotiradores, cumplen su función en las bibliotecas en que actúan, no es suficiente para que el país haga un uso debido y adecuado de todo su material bibliográfico. Es indudable, también, que mientras nosotros no organicemos esta importante parte de nuestro acervo y de nuestra orientación cultural no alcancemos a obtener de él los mejores frutos. Es indudable, asimismo, que la actividad que se  refiere a todas las bibliotecas argentinas, sean ellas de carácter técnico, profesional o popular, no alcanzará jamás el gran objetivo a que están destinadas si los mismos bibliotecarios no son quienes toman sus actividades en sus propias manos y las realizan con unidad de concepción y con unidad de acción. 

El gobierno, por intermedio del Ministerio de Educación, podrá quizás fijar una orientación común, pero esto es solo la concepción de una idea. La ejecución es la que cuenta, y la ejecución esta en manos, precisamente, de los bibliotecarios. Es indudable que podemos tener numerosas bibliotecas, pero ellas no servirán de nada sino tienen una orientación puesta al servicio de la cultura de la Nación.

La Función  Docente del bibliotecario.

 El bibliotecario es a la biblioteca lo que el maestro es a la escuela. No tendremos buena escuela si no tenemos buenos maestros, por más que ellas sean grandes, lujosas y llenas de toda clase de comodidades. De la misma manera que el alma de la escuela es el maestro, el alma de la biblioteca es el bibliotecario. Por lo tanto, yo no encuentro nada más adecuado que entregar las bibliotecas a los bibliotecarios, y alabo que ustedes hayan tenido la feliz idea de reunirse en este Congreso para dilucidar asuntos que son de su incumbencia, y que en la comunidad argentina representan la responsabilidad, que ustedes, y solamente ustedes tienen en este sector de la cultura.

        Señores: esto no es nuevo. Vengo sosteniendo desde que llegue al gobierno que para que pueda existir una coordinación perfecta en el orden integral de las actividades culturales de la República, es menester una organización. Nada se puede realizar inorgánicamente; de manera que yo no sólo agradezco a la Confederación  General de Profesionales, en formación, el hecho de que estén ofreciendo al país el panorama magnifico de ver que no solamente se preocupan de sus cuestiones particulares e individuales, sino que también están poniendo de su parte algo para el bien de todos, para la organización del conjunto, donde todos pensemos lo que todos debemos realizar.

        He hablado de un estatuto del bibliotecario. Nada más justo y nada más natural, porque nada puede existir ni puede consolidarse en esencia orgánica, ya sea ésta estructural  o funcional, si no se tiene un estatuto que regule las actividades, los derechos y las garantías, como así también las obligaciones que tenemos cada uno de los hombres de la comunidad. Por esa razón creo, que un estatuto es indispensable; pero, indudablemente, hasta ahora no se había realizado ninguna gestión en ese sentido, porque tampoco los bibliotecarios se habían resuelto a organizarse en la forma en que ahora están organizados.

        Para hacer un estatuto de los bibliotecarios, lo primero que necesitamos es una organización que una a los bibliotecarios y les éste indicando desde esa unión la necesidad de intercambiar ideas, de hacer proposiciones y también de exigir lo que a cada uno le corresponde, porque si hemos de tener responsabilidades, es menester también que nos den las armas para defender esas propias responsabilidades.

Revolución en la Cultura.

 Señores: cuando hable de la reforma cultural, me referí en especial a la parte escolástica de esa cultura. No mencione sino de paso todo lo que se refiere a ese acervo o a ese elemento de la cultura representada por el acopio, ordenamiento y clasificación del material bibliográfico existente en el país.

        Es indudable que desde hace muchos años nuestro país ha tenido una preocupación en ese orden de ideas. Sin embargo, sin criticar, sino haciendo una observación objetiva, creo que por diversas circunstancias nuestro pueblo no ha tenido el acceso necesario a las mismas fuentes de cultura, entre las cuales el aspecto bibliotecas es de una importancia extraordinaria.  Es indudable que la biblioteca es un elemento de cultura; es indudable que la biblioteca es una fuente de la verdad, pero es también indudable que para que sacien su sed en esa fuente de la verdad y de la cultura los sedientos de ellas es necesario que el camino de acceso este siempre libre y que las responsabilidades de llegar sean permanentes y reales.

Y en un pueblo cuya vida es difícil y su esfuerzo exageradamente grande, a medida que ese esfuerzo crece, la posibilidad de la cultura popular va haciéndose cada vez menor.

         Nosotros no concebimos la cultura para los círculos de la "elite". Nosotros concebimos la lectura para el pueblo. Nosotros no creemos que un país sea culto porque tenga unos cuantos sabios muy sabios, en tanto tenga muchos millones de ignorantes muy ignorantes. Constituiremos una nación culta cuando la mayor cantidad de hombres y de mujeres haya tenido posibilidades de desarrollar, en un orden o en otro, una cultura general. Queremos un pueblo culto y no un pueblo formado por muchos millones de hombres a quienes les ésta vedada la cultura, aun cuando un pequeño sector de el le sea posible el acceso a esa cultura y el desarrollo extraordinario de la sabiduría. Para nosotros,  la sabiduría es suficiente cuando el hombre conoce gran parte de la verdad, y ello se obtiene no cuando se saben muchas cosas, sino cuando se saben suficientemente las cosas buenas y convenientes. Es eso, en pocas palabras, lo que nosotros queremos ofrecer a nuestro pueblo como cultura, abriéndole las verdaderas fuentes, no tanto de la sabiduría en si como de la cultura en general. 

Las Bibliotecas Populares.

Queremos ofrecer a nuestro pueblo alguna posibilidad de alcanzar  el más alto índice de la cultura general. Las culturas especializadas son, también, de hombres especializados. Eso no lo puede ofrecer sino en cierta medida la comunidad, porque ese es el esfuerzo individual de los hombres. En cambio, nosotros queremos ofrecer lo que podemos ofrecer. No queremos ofrecer lo que no podemos, porque sabemos que no lograríamos realizarlo en manera alguna.

        La tarea del bibliotecario argentino en toda la extensión de nuestro territorio está perfectamente bien ordenada. Dentro de estas ideas, las bibliotecas técnicas y profesionales ofrecerán el mayor acopio posible y, para eso, el Estado y los hombres de la comunidad harán todo el esfuerzo preciso para acumular los fondos necesarios de esa sabiduría; pero, señores, lo que a nosotros nos interesa especialmente es divulgar nuestra cultura a través de una red interminable, en lo posible, de bibliotecas populares, donde el pueblo encuentre lo que necesite para nutrir su inteligencia y su conocimiento.

        En este orden de idea somos básicamente partidarios de la biblioteca popular. Queremos que esta actividad se multiplique en el país; y queremos, a la vez, que no solamente existan las bibliotecas, sino que existan, sobre todo, los que hagan buen uso de ellas. Nosotros sabemos que una biblioteca es muy importante, pero también sabemos que es mucho más importante que la gente concurra a ella a leer. Y esto que parecería a simple vista una perogrullada es en el fondo - ustedes lo saben mejor que yo- una gran verdad en nuestro país.  No es suficiente con que existan las bibliotecas: es necesario que esas bibliotecas tengan un alma que sintonice con el alma de los hombres y mujeres de nuestro país, que se sientan ellos atraídos, que esas bibliotecas tengan vida y tengan acción; si no, es inútil su existencia. 

El habito de leer.

 Recuerdo un cuento que se hace siempre allá, en las provincias del Oeste, donde yo he estado muchos años. Se dice que Sarmiento, siendo gobernador de San Juan, junto a los cerros fundó una pequeña biblioteca. Arregló un local, llevo los libros y puso un hombre al cuidado de la biblioteca.

        Pasados muchos años,  siendo Sarmiento entonces  presidente de la República, hizo un viaje, y fue allá a visitar la biblioteca que él fundara. Llegó y dijo: "¿Qué tal amigo?", "muy bien", contesto el encargado de la biblioteca. Todos los libros estaban como él los había dejado. Pero se le ocurrió a Sarmiento abrir un libro, y resulta que no encontró nada más que las tapas, colocadas en el anaquel. Faltaban todas las hojas. Y preguntó: "¿Qué han hecho con las hojas?". Y contestó el encargado: "Las han pitado".

        Y cuentan que Sarmiento, no se si es cierto eso, dijo: "Por lo menos, veo que han servido para algo". En esa época, probablemente, faltaría el papel en aquellas regiones. 

       No se si esta anécdota, una de las tantas atribuidas a Sarmiento, es cierta, pero si no es cierta merecería que lo fuera. 

        Es indudable que acopiar libros, construir anaqueles, y ordenar allí, aunque sea técnicamente, una biblioteca, es solo una pequeña parte de la función que la biblioteca debe llevar. Y así como en esto existe un aspecto técnico, existe también un aspecto humano. La biblioteca no puede carecer, ni de un aspecto ni del otro. Si es solo técnica, probablemente encontremos en esa maravillosa organización, en esa perfecta documentación y ordenación, el libro que buscamos, teniendo en seguida una idea acabada de su contenido y aun una biografía de su autor, pero si eso no esta al alcance de la gente, si no se lo utiliza en forma permanente, no tiene absolutamente ningún valor.

        Por eso a nosotros, los que de una manera u otra hemos debido concurrir mucho a las bibliotecas en nuestros trabajos de investigación de una o de otra cosa, nos interesa también el aspecto humano que la biblioteca debe tener en la vida del pueblo.

El amigo libro.

Cuantas veces he concurrido a una biblioteca, después de conversar cinco minutos con un entendido he cambiado de parecer en la consulta de mi propia bibliografía. Yo he hecho mucha investigación  de historia, y algunas veces en el Archivo General de la Nación, como también en las numerosas bibliotecas que he consultado, encontré facilitado mi trabajo en un cincuenta por ciento.  Eso ha hecho que en las diversas ocasiones, en vez de ir a una biblioteca rica en libros y muy bien ordenada, haya concurrido a una no tan numerosa en el acopio de elementos bibliográficos, no tan bien ordenada, pero donde había un bibliotecario que me ayudaba extraordinariamente en mi tarea.

        El bibliotecario es el que le da vida a la biblioteca; el bibliotecario es el elemento humano de la biblioteca. Los libros son toda la parte inerte; es la parte técnica; pero si a eso le faltaba la humanización que nosotros debemos dar a todas nuestras actividades de la vida, frente a una cosa muerta, que podrá ser hermosa, pero es muerta, yo prefiero no una tan hermosa ni tan completa, pero que viva, y que en esa vida pueda acompañarnos a nosotros. El libro es algo así como un amigo. Los hay buenos y los hay malos. Los hay que son verdaderamente amigos, según nuestras afinidades, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, y hay otros con quienes no nos podemos avenir a pensar de que estemos todo el día juntos.

El bibliotecario ha de ser capaz de presentarnos a un real amigo. En la vida, muchas veces no se puede encontrar buenos amigos. Cuando uno concurre a una biblioteca ansía encontrar a ese intermediario amable que es el bibliotecario, que es capaz de presentarle a uno un amigo, muchas veces un amigo al cual no se lo deja a lo largo de toda la propia vida. Esto es lo que nosotros pensamos que es la tarea fundamental del bibliotecario: darle vida y darle alma a la biblioteca. Como todas las cosas de la vida, cuando se aleja de esa situación estática de la técnica para acercarse a lo humano y a lo vívido, es cuando más se acerca a nuestra alma.

Esto, señores, solamente lo pueden ofrecer ustedes, los que se ocupan, los que viven para esta actividad, y lo podrán hacer si, reunidos como ahora en un congreso, comienzan a poner ya, desde este momento, las piedras fundamentales de una acción humanizadora de la biblioteca, para ofrecer al pueblo de la República, más que a nadie al pueblo, la posibilidad de compartir con ustedes horas amables y de prolongarlas a través de esas horas amables que uno suele pasar con esos amigos que son los libros.

 Para llegar a ser un país culto.

 Es probable que algunos, frente a estas palabras, opinen que nosotros no estamos defendiendo los libros; decir que todos los hombres pueden ser nuestros amigos no es hacerles ningún favor a los amigos porque todos los hombres,  desgraciadamente, no son amigos de un hombre.  Un hombre elige sus propios amigos, y nosotros queremos darle al libro esa categoría que exalta nuestro amor por los libros, de la misma manera que no atacamos a los hombres porque ellos, a su vez,  puedan tener los amigos que elijan y que deseen. Pero lo que si debemos establecer claramente es que cumple mejor con su misión y lleva mejor el deber que le incumbe, en la hora de propugnar y ampliar la cultura popular, aquel bibliotecario que en su biblioteca consigue hacer el mayor número de amigos entre los hombres y los libros que tiene en su propia biblioteca.

Señores: nosotros pensamos que, dentro de la orientación que comienza a tomar nuestra reforma cultural, las bibliotecas tienen un profundo significado y una tarea importantísima. Y en el trabajo de reformar y  ampliar la cultura argentina no puede estar ausente ningún argentino, porque si alguno cree que solamente los maestros van a ser del nuestro un país culto, se equivoca. Son muy pocos los maestros para influir en la cultura de todo el país. Eso lo haremos entre todos los argentinos; cada uno intrínsecamente para sí y todos para el conjunto de la comunidad argentina.

Sería una cosa muy simple la cultura si solamente con unos cuantos cientos de miles de personas pudiéramos transformar un país de ignorantes en un país de hombres y mujeres cultas.

Esto implica la necesidad de crear primero un ambiente de cultura en la cual debemos preocuparnos todos. Primero el  gobierno, que es el que tiene la mayor obligación de hacerlo. Después el Estado, que actúa en todo el país. Luego,  las instituciones, especialmente las de orden público, es decir los órganos destinados y dedicados a orientar y dirigir la cultura. Después las instituciones privadas, a las cuales les conviene, desde todo punto de vista, sean ellas políticas, sociales o económicas, un pueblo culto. Y ellas deben trabajar incesantemente para que paralelamente a su acción social, política o económica, vaya floreciendo también una cultura. 

Ocaso del Analfabetismo.

Y, finalmente, los individuos, porque no se trata de hacer hombres cultos a la fuerza, si no de ir persuadiendo a los hombres y a las mujeres para que cada uno sepa que vivirá mejor, más feliz, y que será en la vida un ente comprensivo de una felicidad que en el fondo es siempre un poco convencional, si cultiva su espíritu y su inteligencia.

        Cuando eso sea convenientemente propugnado desde todos los ángulos, recién entraremos nosotros en el camino de prepararnos para una comunidad de hombres y mujeres cultos. De manera que en este inmenso panorama - como inmensos son todos los panoramas de una cultura general del pueblo-, y donde cada sector llena su función, la biblioteca, sea esta técnica, profesional o popular, tiene que ser verdaderamente preponderante, porque es allí donde los hombres, persuadidos de la necesidad de cultivarse, concurren a beber la verdad y la cultura. Crear allí un ambiente y un espíritu comprensivo que le haga vivir la necesidad y la posibilidad de esa cultura, a través de lo que el pueda ofrecer como material bibliográfico, es una función fundamental del bibliotecario.

         Dios quiera, señores, que paulatinamente nosotros vayamos convirtiendo todo ese material organizado y ordenado, y que a través de una técnica lo podamos ofrecer con dignidad y con entusiasmo a nuestro pueblo para poner en potencia todo el inmenso caudal que él ansía en lo que es la cultura y el desarrollo de su capacitación general. No es un secreto para nadie que este pueblo no sólo ha progresado, sino que casi no tiene analfabetos, como consecuencia de una preocupación constante de más de veinte generaciones de argentinos.

        Cuando a veces comparo estadísticamente países con el 75% de alfabetos, observando que nuestro pueblo esta ya casi terminando con los últimos resabios de ese analfabetismo -muchas veces importado-, y veo que, a través de generaciones y generaciones, muchos argentino, ilustres por muchas razones, han luchado incesantemente en esa acción de alfabetización del país, pienso, señores, que ellos han hecho todo lo que han podido.

Ahora esta en nuestras manos la tarea de emularlos, porque un hombre que solo sabe leer y escribir no es una gran conquista, y, muchas veces, un alfabeto de esta categoría es el más peligroso de todos los hombres. Es necesario que cada cosa se aprecie a su valor. Saber leer y escribir, y nada más que leer y escribir, es haberse quedado en los medios y no llegar al fin, porque se aprende a leer para beber en los libros lo que nosotros necesitamos poner en ejecución en la vida. Leer es un medio; el fin es la cultura.

Los bibliotecarios y la comunidad organizada. 

Señores: puesto el problema en estos términos, nosotros enseñamos a leer, vale decir, preparamos el alimento y, en cierta medida, indicamos ya un metabolismo. Ustedes son los que alimentan esas posibilidades. Dios quiera, señores, que en el futuro los bibliotecarios argentinos formen una inmensa legión y Dios quiera también que el trabajo de ustedes, en el intercambio inteligente de ideas en estos congresos que deberán realizar periódicamente  les permita transformarse en unos magníficos alimentadores de esa cultura.

        Es grave, señores, la responsabilidad de ustedes, y esa responsabilidad nosotros estamos decididos a cargarla sobre sus espaldas. Les daremos todos los medios para que defiendan esa responsabilidad que carguen, y les daremos también la posibilidad de que colaboren y trabajen permanentemente con nosotros.

        La Biblioteca Argentina debe estar en manos de los bibliotecarios argentinos, que son los verdaderos responsables, los verdaderos artífices de ese sector de la cultura. 

        Pero, señores, también es menester que tengamos la garantía de la preocupación constante de ustedes mismos. Este Primer Congreso Argentino de Bibliotecas es para nosotros augural, y es para nosotros también, diríamos, propicio. Yo quiero que estas mis palabras clausurando esta reunión los comprometan a seguir trabajando tesoneramente en el perfeccionamiento no tanto de las bibliotecas como del material humano que albergue cada una de ellas.

        Nosotros nos hemos de preocupar, y ahora ustedes, organizando dentro de la Confederación General de Profesionales, nos harán llegar, por sus autoridades, todas las demandas de libros, condiciones, de cuanto quieran, para que nosotros podamos entendernos. Esa es nuestra al organizar: que cada uno sea artífice de su propio destino, a la vez que todos seamos artífices del destino común.

        Queremos que las bibliotecas del país sean manejadas por los bibliotecarios, y también que estos sean manejados por sí mismos mediante su representación real y fehaciente. Y así como para todos los asuntos que se refieren a la situación gremial del trabajo argentino  o para las medidas de gobierno que emergen de nuestras intenciones gubernamentales en el campo del trabajo manual consultamos a los sindicatos obreros; de la misma manera que antes de tomar medidas económicas de uno u otro orden consultamos a las organizaciones económicas, también para tomar medidas de cualquier orden en el terreno profesional iremos consultando cada medida con los propios profesionales.

El gobierno de las bibliotecas.

Queremos llegar a un gobierno donde cada una de las opiniones de cada argentino sea respetuosa y respetadamente consultada en los actos de gobierno. Para esto necesitamos tener representantes; no representantes que elijamos a dedo, sino los representantes, que cada organización técnica nos éste indicando. Sabemos que por boca de ellos no servimos el interés de una o varias personas o de un círculo: servimos los intereses de la comunidad organizada.

        Desde ahora en adelante, señores, tengan ustedes la persuasión absoluta de que todo cuanto se refiere al gobierno de las bibliotecas en el país estará en manos de ustedes mismos, que trabajaran mancomunadamente con nosotros. El gobierno estará en permanente contacto con ustedes y haremos en la biblioteca lo que convenga a ustedes y a la biblioteca, porque entendemos que así estamos sirviendo inteligentemente a ese sector de la actividad cultural del país.

        Yo espero recibir el estatuto para pasarlo al Congreso en la oportunidad que sea conveniente. Allí, como es costumbre entre nosotros, se discutirá por nuestros legisladores y por nuestras comisiones legislativas, con la presencia siempre de representantes de los bibliotecarios, como hacemos y como estudiamos nosotros todas nuestras leyes y disposiciones.

        Finalmente, les agradezco en nombre del gobierno, porque estas actividades, tan compresiblemente fructuosas, son siempre no solo de nuestro agrado, sino merecedoras de nuestro aplauso. Ustedes vienen aquí a trabajar por el bien de la biblioteca Argentina. Y el Gobierno les agradece profundamente los desvelos que pasan para que nuestras bibliotecas sean cada día mejores y más dignificadas en su función social. Al hacerlo, señores, les ruego que les lleven a todos los compañeros bibliotecarios del país nuestro sincero agradecimiento por la preocupación que evidencian en sus actividades; y que les lleven, también, un gran abrazo que les envío a manera de saludo desde los más profundo de mi corazón. 

Discurso en el Acto de Clausura del Primer Congreso Argentino de Bibliotecas Populares en el Teatro Nacional Cervantes. (12 de abril de 1954)